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La juventud y la lucha contra el cambio climático

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Semana de la diplomacia climática europea

Los movimientos de jóvenes en favor del clima son muestra de la creciente concientización internacional de que el cambio climático es una realidad apremiante cada día y, que si no se actúa rápidamente, afectará de manera determinante, tanto el futuro de la juventud de hoy, como la del mañana. Por ello urge un llamado más decidido a adelantar una mayor acción mayor en favor del clima, y en el cual la juventud tenga un papel más protagónico.

El Acuerdo de París, suscrito por 195 países en 2016, es el marco multilateral más comprensivo alcanzado hasta el momento para actuar sobre el cambio climático. Pero aún existen muchas brechas por superar, tanto en lo relativo a la aspiración global, como a nivel de la contribución de cada país en favor del clima y el medio ambiente.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ya ha alertado de las repercusiones que tendría un mayor calentamiento del planeta y de las consecuencias irreversibles de que la temperatura mundial sobrepase 1,5°C los niveles actuales. Esto pondría a prueba la capacidad de la humanidad para tolerar condiciones ambientales más hostiles, además de convertir en inhabitables vastas áreas del mundo entero.

El cambio climático tiene un impacto devastador sobre los ecosistemas, la biodiversidad, los recursos hídricos, así como en la degradación del suelo y la agricultura. Es un multiplicador de problemas, al aumentar los riesgos de fenómenos meteorológicos extremos, de generación de sequías e inundaciones, así como de un mayor riesgo de inseguridad alimentaria, todo lo cual repercutirá en menores posibilidades de crecimiento económico y migraciones masivas, que afectarán a generaciones completas. La gravedad de sus implicaciones no son sólo a la subsistencia, sino también a la paz y la seguridad mundiales— y donde ningún país está exento, especialmente aquellos en los cuales la incidencia será mayor: los países menos desarrollados y las poblaciones más vulnerables, entre ellas los jóvenes.

La UE, está por ello comprometida a trabajar aún más en pro de elevar los estándares mundiales de su lucha contra el cambio climático y a liderar el camino por una acción más acelerada en todos los frentes a favor del clima. En el Acuerdo de París, tanto Venezuela como los países de la UE han establecido sus planes de acción en las llamadas  «contribuciones determinadas a nivel nacional», y en este sentido, el exhorto es a continuar trabajando en la formulación y puesta en marcha de  políticas climáticas y ambientales que permitan garantizar el alcance y la plena aplicación de los compromisos de cada país.

Y es que la lucha contra el cambio climático no sólo está estrechamente vinculada a la consecución de los objetivos de la agenda para el desarrollo sostenible 2030, sino también a objetivos globales en materia de energía, agua y paz. Solo trabajando juntos podremos abordar más eficazmente los retos asociadas a dichas agendas, y cosechar sus beneficios.

La experiencia de la UE nos muestra que es posible hacer una transición ecológica y al mismo tiempo crear más empleo, seguridad alimentaria, y proteger la biodiversidad y la salud pública, ofreciendo mayores oportunidades de desarrollo económico. La UE y sus Estados miembros están dispuestos también a aprender más y a compartir su experiencia para ayudar a acelerar la acción mundial en favor de un logro más expedito de los objetivos del Acuerdo de París, así como a establecer diálogos políticos multilaterales y bilaterales, además de promover los proyectos de creación de capacidades y financiación de la lucha contra el cambio climático.

Los jóvenes tienen una fuerza natural insuperable, y su motivación puede contribuir decididamente al logro de mayores y mejores resultados en favor del clima, además de promover cambios positivos en sus localidades.  Esperamos, por tanto, que ellos en Venezuela también se unan activamente a la lucha global contra el cambio climático y propulsen, tal como los jóvenes europeos, las acciones que son necesarias en sus distintos campos de acción: tanto en la investigación, la organización civil, como en el trabajo individual y comunitario en favor del clima, pues ello redundará en beneficios tangibles, y en la creación de condiciones más favorables para mitigar los riesgos naturales y de seguridad alimentaria y humanitaria, ocasionados por los cambios climáticos.

En el marco de las Naciones Unidas y para septiembre de 2019, habrá una nueva oportunidad para demostrar al mundo el salto colectivo que se está dando desde cada país, y los aportes alcanzados en emisiones más bajas de gases de efecto invernadero. Es hora, pues, de seguir trabajando unidos y de mano con los jóvenes por un objetivo común: acelerar una transición hacia economías más neutras desde el punto de vista del clima y a crear condiciones para que las comunidades sean más resilientes a los efectos del cambio climático en todo el mundo.

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