Covax, esperanza del Sur ante la covid, quedó a mitad de camino
Por Humberto Márquez
CARACAS – IPS – La iniciativa Covax, esperanza de los países del Sur para inmunizar contra la covid-19 a sus poblaciones, solo cubrió la mitad de sus metas en 2021, y al despuntar 2022, mientras progresa la variante ómicron del virus, aún depende de las decisiones de las farmacéuticas y de la buena voluntad de gobiernos donantes.
José Manuel Durão Barroso, presidente de la alianza de vacunas Gavi, uno de las entidades que dirigen la iniciativa Covax, advirtió de entrada que “mientras una gran parte de la población mundial no esté vacunada, seguirán apareciendo variantes y la pandemia continuará prolongándose”.
“Solo evitaremos que surjan variantes si somos capaces de proteger a toda la población mundial, no solo a las partes ricas”, agregó Durão Barroso, ex primer ministro de Portugal (2002-2004) y expresidente de la Comisión Europea (2004-2014), en una entrevista por correo electrónico con IPS.
Covax, fondo de acceso global para vacunas covid-19, establecido en abril de 2020 como una alianza de Estados, multilaterales y fundaciones privadas, ya en octubre de ese año reunía a 184 países y se propuso obtener y distribuir equitativamente en los países del Sur centenares de millones de vacunas contra la enfermedad.
Según su plan, un grupo de países se autofinancia y paga por las vacunas que le envía Covax, y otro, los más pobres, deben recibir las inmunizaciones de modo gratuito.
Poco después de que las primeras vacunas se aplicaron en países del Norte, a finales de 2020, un esperanzador primer cargamento de 600 000 dosis de la vacuna británica Oxford-AstraZeneca arribó al aeropuerto de Accra, en Ghana, el primer país beneficiario del mecanismo Covax, el 24 de febrero de 2021.
Se iniciaba el plan de distribuir y aplicar, en más de un centenar de países, dos millones de dosis a lo largo de 2021, para asegurar una equitativa inmunización de 40 % de la población mundial, y luego alcanzar a 70% en el primer semestre de 2022, cifras con las cuales la pandemia debería desinflarse.
“Mientras una gran parte de la población mundial no esté vacunada, seguirán apareciendo variantes y la pandemia continuará prolongándose. Solo evitaremos que surjan variantes si somos capaces de proteger a toda la población mundial, no solo a las partes ricas”: José Manuel Durão Barroso.
Pero el desastre aguardaba a la vuelta de la esquina. India sufrió una ola repentina y devastadora de contagios de covid-19, y el superpoblado país detuvo la exportación de vacunas. Y Serum Institute of India (SII), el mayor fabricante mundial de vacunas, era la cantera de la que preveía aprovisionarse el mecanismo Gavi-Covax.
Mientras países de altos ingresos como Estados Unidos, Canadá, los europeos o Israel adquirían de las trasnacionales farmacéuticas grandes cantidades de vacunas, a veces en demasía en relación con sus poblaciones, era lógico que Covax buscase aprovisionarse en el indio SII, donde además las dosis eran más baratas.
Una dosis elaborada por el SII pudo costar tres dólares, y en una farmacéutica occidental 50 % o 100 % más.
Así, mientras sus destinatarios en el Sur aguardaban vacunas bajo gran presión de sus poblaciones, Covax debió anunciar que habría retrasos en abril y mayo, y los hubo en los meses siguientes, lo que colocó a muchos países en una incierta e impotente espera mientras las variantes del virus hacían estragos.
Al despuntar este enero los casos de infectados superaron los 300 millones en todo el mundo y las muertes 5,5 millones, con dos poblados países del Sur, India y Brasil, como castigados escoltas del país numéricamente más afectado, Estados Unidos.
Covax, en vez de dos millones de dosis, colocó a lo largo de 2021 menos de la mitad, 900 millones, y hasta noviembre menos de 600 millones, lo que compensó a base de donaciones agregando en diciembre 310 millones de dosis.
¿Por qué ocurrió esto?
Durão Barroso explica que “la lamentable situación epidemiológica en India, combinada con el hecho de que solo unas pocas vacunas habían recibido la lista de uso de emergencia de la OMS y estaban disponibles para el suministro mundial en ese momento, retrasó significativamente el lanzamiento de Covax”.
Esa situación “junto con las restricciones a la exportación, el acaparamiento de vacunas por parte de muchos países más ricos, y los fabricantes que no priorizan la equidad de las vacunas, significó que no pudimos acceder a tantas dosis como esperábamos en el segundo y tercer trimestre del año”, agregó el titular de Gavi.
Cuando se inició la carrera contrarreloj hacia las vacunas, “muchos gobiernos de países de ingresos altos hicieron referencia a la solidaridad global”, para que todas las naciones accedieran a las inmunizaciones, recordó Kate Elder, asesora de política de vacunas en la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF).
“Las compañías farmacéuticas afirmaron que harían su parte para no repetir los errores del pasado y que no fueran únicamente los países de ingresos altos los que tuvieran acceso a las innovaciones médicas”, indicó Elder en sus respuestas a un cuestionario que le sometió IPS.
“Sin embargo, esto no sucedió y se ignoraron los llamamientos en favor de alejarnos del enfoque de negocio habitual. Países de ingresos altos comenzaron a comprar dosis de vacunas covid-19 incluso antes de que estuvieran disponibles”, dijo Elder.
La conducta empresarial contrarió afirmaciones anteriores, de que las vacunas anticovid deberían ser bienes públicos globales, y las corporaciones farmacéuticas, como con otras experiencias del pasado, priorizaron sus ventas al mejor postor y buscaron principalmente su propio beneficio económico, según RSF.
Llegan las donaciones
El resultado de los primeros meses fue que Covax solo entregó un millón de dosis en febrero de 2021, 23 millones en marzo, 15 en abril, 30 en mayo… desde temprano se expuso la imposibilidad de cubrir la meta de 2000 millones de dosis en 10 meses.
Se erosionó la confianza en los mecanismos de suministro de vacunas, y en la inmunización misma, por ejemplo en Gambia, Namibia o Nigeria, en África, o en Afganistán y Pakistán, en Asia. La angustia escalaba además porque, recibida la primera dosis de una vacuna, la población redoblaba la exigencia de la segunda.
Los países del Sur entonces comenzaron o intensificaron su búsqueda de lotes de vacunas al margen de Covax. Y, en paralelo, algunos avanzaron en la producción de sus propias vacunas, como fue el caso de Arabia Saudita, India y Singapur en Asia, Egipto en África o Argentina, Brasil, Cuba y México en América Latina.
En el segundo semestre de 2021, como un salvavidas, aparecieron las donaciones. Los países ricos, una vez vacunados amplios sectores de su población y con disponibilidad de vacunas o insumos como jeringuillas, comenzaron a donar, a menudo bajo el paraguas Covax, millones de dosis a países del Sur.
Los países donantes le han ofrecido a Covax, hasta ahora, 591 millones de dosis a entregar en 2021 y primer semestre de 2022, y el mecanismo ya pudo enviar a países receptores 259 millones de ellas, lo que explica parcialmente la aceleración de entregas en noviembre (155 millones) y diciembre (310 millones) el año recién concluido.
Los principales donantes a Covax han sido Estados Unidos, con 145 millones de dosis, un grupo de 16 socios de la Unión Europea con 81 millones, Reino Unido con 11,5 millones y Canadá y Japón con 8,4 millones de dosis cada uno.
Con ese panorama, en algunos casos las dosis llegaron muy cerca de su fecha de vencimiento –o con escasez de jeringuillas o de congeladores para conservarlas, como en Somalia y Timor Oriental- lo que forzó a desecharlas o devolverlas algunas veces, como ocurrió en República Democrática del Congo y Sudán del Sur.
Camino por recorrer
Covax, en opinión de Elder, fue “ingenuamente ambiciosa”, y su éxito “estuvo ligado a suposiciones poco estables. Los desafíos predecibles no se tuvieron en cuenta en el diseño del mecanismo y se tomaron algunas decisiones políticas deficientes”.
“Desde su diseño hasta su gobernanza y sus mecanismos de rendición de cuentas, la exclusión de la participación significativa de actores clave ha socavado la capacidad de Covax para tener éxito”, sostuvo la experta en políticas de vacunas de RSF.
El acaparamiento de vacunas y medicamentos por los países con altos ingresos sucedió ya en otras oportunidades, como con la epidemia de VIH/sida o en el acceso a vacunas contra el neumococo, el virus del papiloma humano o el rotavirus.
Para Elder, “si queremos aprender de esta experiencia para mejorar el acceso a vacunas, el primer paso es hacer un cambio radical. Esto significa básicamente hacer pública la tecnología e innovación de las herramientas médicas para garantizar un modelo equitativo y descentralizar la producción”.
“La tecnología que nace de la inversión pública no puede ser propiedad de las corporaciones, debe ser un bien público global”, afirmó.
Además, “se hace necesario fortalecer a las organizaciones multilaterales y a las plataformas regionales, ya que cada región conoce mejor cuáles son sus necesidades, en lugar de las alianzas público-privadas basadas en la buena voluntad de las farmacéuticas y que, al final del día, ya sabemos cuáles van a ser sus intereses”.
Covax “ha llegado a un punto en el que ahora puede satisfacer la demanda de los países a los que sirve. Sin embargo, existe un riesgo real de que la interrupción del suministro continúe en 2022”, expuso por su parte Durão Barroso.
Por ello “hemos pedido a los fabricantes que sean más transparentes sobre cuándo pondrán a disposición las dosis, y, a los gobiernos donantes, donaciones más grandes y predecibles. Esto finalmente está sucediendo”, agregó el responsable de Gavi.
Durão Barroso insistió en que ante los avances de las variantes del virus “es absolutamente crítico que evitemos que se desarrolle un escenario de nacionalismo 2.0 de vacunas, donde los países ricos inmovilizan el suministro de nuevas vacunas”,
“Dependemos del compromiso de los países con el multilateralismo y del compromiso de los fabricantes con la transparencia para garantizar que no nos quedemos atrás nuevamente”, concluyó.